miércoles, 2 de julio de 2008

Y creo que haré ver que nada me importa.

No sé que hora es. Vivo en un mundo sin tiempo desde la pérdida de mi reloj. Pero no me importa. No importa si son las 12 pm o aún el Sol no ha alcanzado el punto medio de su trayecto. No importa si queda una hora y media o menos para volver a casa. Nada de eso importa ya.
El tiempo avanza, inexorablemente, a pesar de nosotros y de nuestras circunstancias. Aunque todo vaya bien, o todo vaya mal. Hoy es aquel lejano 2 de Julio. Y antes de que nos demos cuenta y hayamos podido aprovecharlo al máximo, 'chupando toda su energía', se habrá esfumado.

Ahora que vivo sin tiempo todo parece más lento. O quizá es la subjetividad que emana por escribir estas líneas (más los tachones correspondientes) en un folio de examen.
Cuando decida entregar los folios en blanco y cruzar la puerta, mis vacaciones se alargarán un mes más. Las clases terminaron hace 26 días, pero el curso no finalizará hasta el 15 de Septiembre. Aunque no me puedo quejar del balance global trabajo/vacaciones medido en tiempo. De un año han sido 11 meses de vacaciones y será uno de estudio. Porque puede que todo sea más fácil en casa. O tal vez, nada de todo esto tenga sentido.
Mi mente se encuentra suspendida en un espacio ingrávito. Sin sensaciones, sin objetivos, sin motivaciones. Sin encontrar aquello o aquel que me haga tiritar. Un simple 'te echo de menos' ya no provoca nada.
Siempre había encaminado mi vida hacia un único destino, inalterable: donde me encuentro.
Pero se han roto todos mis esquemas. Debido quizá al enfrentar idealismo con realidad.
Decepción, desilusión. Desencantamiento. O ingenuidad.
Siempre había pensado hallar la verdadera felicidad entre los muros de la Facultad de Medicina y en sus conocimientos. Y una vez que he podido saborearlo, me he dado cuenta de mi error. Quizá sobrevaloré demasiado mi vocación. Ahora soy capaz de entender que no quiero que mi vida se resuma en 6 años de estudio y 30 de trabajo. Que para mí, eso ya no es la vida que busco.
Intento recuperar la ilusión que perdí de golpe, aunque sin convertir la Medicina en mi única vida. Es un camino arduo y largo, pero intentaré arrollar cada uno de los obstáculos que se pongan por delante. Dentro de un mes. Ahora solo puedo pensar en una largarme dejándolo todo. A recorrer el mundo. Sin nada. Dos años en Nueva Delhi, tres en Australia, un mes en Chicago... qué más da.





2 comentarios:

Vitote dijo...

Tranquila, por lo que veo cuando seamos mayores y vendamos nuestra alma al diablo de los laboratorios, nos mandarán donde queramos, pero...¿queremos vendernos?¿podremos no vendernos?

A cuidarse

Mary Lovecraft dijo...

Pechitos, no te conozco de nada, pero me gustaría darte ánimos.

Ánimos extras para que los tuyos no terminen del todo espatarrados por el suelo. Estás en un momento muy crítico, de encrucijada por el que todos los que estudiamos y somos mayores, pasamos ya.
Es normal sentirse así, no eres la única ni sarás la última.
Sólo pon en una balanza lo que eres, tienes y sueñas. Y valora si merece la pena seguir hacia delante con tus proyectos.

Seguro que sí.

un beso grande,
Mary.